Camino verde.

Siete menos cuarto de la mañana. Play. De la cama naranja al duro asfalto gris. Obertura a ritmo de pedaleo tranquilo pero alegre. Un pequeño rodeo. Me gusta pasar por delante de la terraza de mamá. Recorro el viejo paseo en el que de niño las bicis eran naves de Galáctica. Sorteo el primer atasco. La dulce voz de Las Flores Azules blanquea el negro rugir del autobús rojo. Delafé canta mi viaje hacia la rutina como si estuviese sentado en la barra. Los latidos de Facto animan los pedales. Poesía de lo cotidiano. Relleno por unos segundos cada vacío que me encuentro entre las peceras con ruedas de las que hoy reniego. Peceras con un sólo pez detrás del cristal. Luces rojas, blancas, amarillas, verdes... Y el sol. De frente. Tata Inti nos saluda. Y por fin el camino verde rumbo este. Éste que soy yo. Frío por fuera. Sudando por dentro. Un oasis intenta volar en el barrio de los ricos. El coche celeste de mi vieja amiga aparcado donde siempre. Lo cruzo sin pena y con gloria. Estoy contento y voy tranquilo, no tengo prisa. Debajo del puente se estanca la polución irrespirable que no me queda más remedio que respirar. Entre jardines me alejo de la ruidosa cinta transportadora de almas calladas. Inclino la cabeza bajo las caricias de los árboles. Amanece brillante un avión desde la dos-siete hasta las nubes, junto al sol que hoy no derretirá sus alas, ¿a Barcelona? Poquito a poco... Sonrío. Pero alguien mira. El tipo del maletín observa extrañado, y sonrío más, perderá el tren. De repente la rosa de Ofelia perfuma mis recuerdos. Y ella, con nombre falso, también sonríe. Se estira tocando una ilusión... que ya está llegando. Y su sonrisa contagia mis ruedas. Y zigzagueo entre las líneas blancas, sin tocarlas. Y me pregunta si me gustaría ser papá. Y juego. Y sonrío más. Y canto. Me aparto para la chica que siempre va contramano. Pasa. La niña mira a su mamá desde la puerta de la guarde. Hoy todos respetan el paso de bicicletas. Para mirar mis dientes al pasar, quizás. Yo paro aquí. El camino verde sigue, pero yo paro aquí.

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