Entradas

Mostrando entradas de enero, 2008

Mil gotas.

Imagen
Mil pequeñas gotas de rocío no llaman la atención de casi ninguna de las millones de personas que cada mañana vamos corriendo como locas al encuentro de nuestras rutinas diarias pensando en vete tú a saber qué millones de penas o alegrías. Mil gotas de rocío pueden no parecer muchas si tenemos en cuenta todas las que caben en una sola hoja. Pero yo estoy contento porque desde hoy ya son más de mil las gotas que alimentan a esta planta que sigue creciendo cada día un poco más. Gotas pasajeras, recurrentes, imprescindibles, pequeñas, enormes, curiosas, perdidas, cercanas, extrañas, amigas, gotas, gotas, gotas... Gracias por vuestras mil visitas ...

Asesino Israel...

Tengo la repugnante sensación de que el estado de Israel está disfrutando como un psicópata asesino nazi aplastando al pueblo palestino. Se ve que no es que olvidaran el holocausto, sino que se quedaron muy bien con la copla y aprendieron al detalle cómo tenía que ser un buen campo de concentración, porque ahora han convertido a toda Palestina, ensañándose estos días con especial esmero en Gaza, en el mayor campo de concentración que jamás haya existido. No me importa en absoluto la historia anterior, ni las religiones, ni el terrorismo, ni las excusas que puedan poner unos u otros; lo que hoy sabe todo el mundo es que Israel está asesinando a población civil sin reparar en ninguna cuestión humanitaria. Nada, absolutamente nada, justifica la matanza a sangre fría no sólo de terroristas, sino de niños que juegan en la puerta de su casa o de ancianos para los que ya no hay medicamentos. La gente no puede ir al trabajo, al médico, al colegio, a comprar comida, encender la luz o simp

¿Dónde están los niños?

Imagen
Esta mañana pretendía levantarme temprano cuando me despertaran los cohetes que seguro iban a sonar para avisar a los niños del barrio de que los Reyes Magos ya se volvían a sus casas tras dejarles los regalos. Para mi sorpresa no me despertó ningún cohete, ni ninguna banda de música, ni siquiera, y eso es lo que más me extrañó, ningún grito de ningún niño jugando en la calle con sus juguetes nuevos. El caso es que me levanté y comprobé que era un día algo gris, y que las calles estaban desiertas. Eran casi las nueve y media de la mañana. Yo, como ahora vivo solo, y los reyes sólo sabían la dirección de mis padres, que son magos pero no pueden estar en todo, pues no encontré ningún regalo en el salón. El caso es que me puse a desayunar en el mismo silencio con el que me levanté, ya un poco preocupado con eso de no escuchar a nadie por ninguna parte. Mientras tanto vi en las noticias el resumen de la llegada de sus majestades a las distintas ciudades, que a pesar de algún que otro c