Gran Premio Internacional de Motos Clásicas. Entre Cádiz y Sevilla.


Contenido originalmente publicado y extraído del desaparecido Foro Royal Enfield España.


En esta ocasión salieron desde Sevilla cuatro Royal Enfield que se encontraron a medio camino de Jerez con otras tres, y ya en Jerez con una treintañera BMW R100RS. Como siempre un grupo de "güena gente". Esta vez sin averías extrañas en la Parsi gracias al Sistema A.C.O. y a una mochila de lo más sorprendente. Pues bien; como suele pasar salimos con retraso tanto desde Sevilla como desde Sanlucar de Barrameda, con lo que nadie tiene que esperar a nadie en la Venta del Pan (que además no se llama así). 

El camino desde el norte al sur se desarrolló sin mayores problemas salvo porque el G.P.S. (Gira Pa Segovia) de Doc estaba un poco escacharrao (seguía bloqueao apuntando pa Redditch ) y por poco acabamos rezando en el Palmar de Trolla, por suerte se dio cuenta a tiempo y cedió a otro la cabeza del pelotón. Rodando a 80 o 90 y con un calor de mil demonios fuimos surcando las suaves curvas y pendientes de la campiña sevillana con la habitual cola de coches a nuestra rueda a la que de vez en cuando dejábamos pasar. Hasta que casi al mismo tiempo que los que venían del sur a nuestro encuentro llegamos al cruce de Las Cabezas.

Moteros hambrientos al sol en el punto de encuentro.

Y a desayunar se ha dicho. Zumitos, refrescos, cafelitos, y tostadas para todos los gustos. Compra tradicional de pan, chachara, lecciones de historia del motociclismo, anécdotas...

Ellos poniéndose moraos y ellas recalentándose al amor del lorenzo.

Poquita cosa y a seguir rodando por un paisaje más ondulado y ya enseguida entre los viñedos de la denominación de Jerez (casi na). Y claro, a las velocidades que llevábamos... alguno no pudo aguantar y se le ocurrió probar qué pasaría si retorciese un poco el acelerador. Y lo que pasó es que de vez en cuando tenía que parar a esperar a los de atrás.

Llegamos al circuito, preguntamos en la entrada y directos para dentro sobre nuestras monturas hasta el aparcamiento del paddock. Las balas otra vez a pleno sol y nosotros locos por encontrar una sombra que por suerte encontraríamos de box en box mientras nos colábamos por todo el morro y sin acreditación hasta el mismísimo pit lane. Muy poco ambiente, casi ningún espectador como no fuesen familia o amigos de los pilotos, y olvido absoluto por parte de la organización de los posibles aficionados que asistiesen al evento. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Así no es de extrañar que las gradas estuviesen vacías (probablemente hasta cerradas). Curioseamos un rato e hicimos algunas fotillos de los hierros que poblaban aquellos lares y de algunos otros seres que ya iremos enseñando (o no, por si los divorcios).

Algunas de as protagonistas del evento (la primera no participaba).

Hasta que nos pillaron y decidimos hacer caso (a la segunda o tercera vez) y nos largamos del pit para subir a la azotea del edificio del paddock a ver la carrera desde lo alto y con unas fantásticas vistas de casi todo el circuito mientras nos tostábamos con el centro de nuestro sistema solar casi en la perpendicular. Que jartá de sudá picha. Y sin agua quillo. Busca una sombrita miarma...

Sorprende pero estos trastos corren y todo.

Y como el olor a tigre era más intenso que nuestras ganas de carreras... algunos tomamos las de Villadiego y a la sombra de una cutre escalera, entre la puerta de los servicios y la de las oficinas de atención a los pilotos, pero en la que corría una agradable brisa... abrimos la sorprendente mochila de la que (gracias a la inestimable ayuda, buen hacer y nunca bien ponderada amabilidad de Rosa  ;) , y que conste que no es peloteo, bueno a lo mejor un poquito sí) surgió lo que sigue: 

- Ventresca de atún en Aceite de Oliva.
- Queso viejo de leche de no recuerdo ahora qué mamífero.
- Montaditos de Paté de pato con salchichón ibérico en taquitos.
- Montaditos de queso de cabra con carne de membrillo y morcilla asturiana.
- Rollitos de jamón cocido con paté de pato y anchoas.

Y como a los pichas parecía que les gustaban mucho las motos decidimos llamarlos para que no se perdieran la comilona, y justo a tiempo bajan y añaden a la carta:

- Tortilla de patatas con cebolla (cortesía de Eva y Saenz).
- Empanadas (cortesía de Diego). Eran empanadas ¿no? Porque desaparecieron antes de que pudiera probarlas. 

Y para colmo el resto encontró agua fresquita para todos y tuvo la deferencia de ir al quinto pino vagando por las extensas ardientes y áridas llanuras del paddock y traerla, aún fría, al chiringuito.

Aun en tan extraño escenario... no comimos mal, no señor. Pura delicatessen made in entre Pichalandia y Miarmalandia.

Los mejor situados en el chiringuito tras una espectacular remontada. Pole position y podium.
Cualquiera le dice al patillas éste que no con la faca en la mano. Normal la alegría.

Después de la gula otro poquito al sol para ver un poco de las tandas de entrenamientos libres de las máquinas más modernas de hoy en día rugiendo sobre el asfalto. Y vámonos que ya no podemos más con tanta caló. Vamos que nos vamos. Para Sanlucar esta vez, que tenemos ganas de pasear.

Parada en La Rondeña (Sanlucar) para comprar los primeros dulces de navidad y aprovechar para las fotos de grupo.

A cualquier cosa se le llama motero. Esta vez la moto más grande también es la de Doc (me la seguirá guardando).
Por cierto... me preocupa un poco esa pose que tengo.
¿Qué?
Y para terminar la tarde nos llevaron los pichas a una terracita junto a la desembocadura del Guadalquivir, frente al Parque Nacional de Doñana (como para quejarse), a tomar los últimos refrigerios y algún que otro purito habano (cortesía de Doc).

Por último Doc hace el intento de reparar el embrague de Saenz (bueno, el de su moto) y como no había herramientas, pues ponemos fecha a la próxima quedada, nos despedimos, salimos ya de noche, se despista el que escribe, se reorienta el mismo, le da caña a Parsi para alcanzar a los que le abandonaron sin preocuparse de si le funcionaba el D.I.C.E. (os la guardo), y hartos de mosquitos regresamos, camino tranquilo y sin incidencias, de nuevo hasta Sevilla.

Otro día de esos en los que, esta vez con las carreras como excusa, nos echamos esas buenas risas que tanta falta nos hacen.

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