Minusvalía emocional o coleccionismo de fracasos.
De minusválidos emocionales o coleccionistas de fracasos, como los (nos) llama una querida amiga mía. Y es que cuando más se echa de menos una adecuada adaptación emocional es precisamente cuando llega tarde para salvarte de otro estrepitoso fracaso. Es triste enfrentarse a un nuevo fracaso (emocional siempre y sentimental en el caso que nos ocupa), y entender que la responsabilidad (la mal llamada culpa) es sólo de uno mismo. Aceptarlo es duro. Empatizar con el sufrimiento del otro es más duro aún cuando sabes que su dolor es efecto de tu ineptitud emocional. Quizás la minusvalía emocional consista en, identificando, entendiendo, controlando las emociones, no actuar para el beneficio común, no exteriorizar el sufrimiento propio y dar la oportunidad al otro de que sea él quien pueda elegir si quiere o no sufrir según le convenga o compense, que materializado el fracaso no se sienta engañado, estafado, utilizado, violado, fracasado también en definitiva. Llegar al sentimiento de fracaso...